Primera Guerra Púnica. Año 256 a.C. Después de casi diez años de guerra, Roma y Cartago se han desangrado mutuamente sin que ninguna consiga imponerse claramente. Marco Atilio Régulo, recién elegido cónsul, es enviado por el senado a África, al mando de la mayor flota jamás botada por Roma, con el fin de ir conquistando las ciudades que rodean Cartago, estrangular a la capital enemiga y poner fin al conflicto de una vez por todas. Los púnicos, con un ejército muy inferior al romano y conociendo el prestigio militar de Régulo, se ven obligados a ponerse en manos de Jantipo, un curtido mercenario espartano al que confiarán su futuro. Sin embargo, los despóticos gobernantes cartagineses, temiendo que una vez que se haga con el control del ejército, lo utilice para derrocarles, le encargan a Arishat, una bella cortesana, que vigile los pasos del espartano; pero ninguno de ellos está preparado para lo que les depara el destino. Basándose en los relatos del historiador griego Polibio, Pedro Santamaría narra con fidelidad y un ritmo demoledor la fascinante historia de la primera expedición romana a África, y el trágico y épico desenlace de la batalla de Bagradas, donde se jugará el futuro de Cartago.
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Año 88 a. C. Tarde de teatro en Roma. Un hombre corpulento, tuerto y vestido con atuendo militar, acaba de llegar al lugar donde se representará la tragedia griega Prometeo encadenado. Los asistentes le ovacionan. Es Quinto Sertorio, el sabino, héroe de las guerras contra cimbrios y teutones, comandante de una de las legiones de Cayo Mario en las guerras sociales que asolan Italia y que enfrentan a la ciudad del Tiber con sus aliados latinos. Esa será la primera vez que Cneo Placidio Mutio, un muchacho de catorce años, vea a Quinto Sertorio. No será la última. Cinco años después dos hombres ambiciosos y sin escrúpulos se disputan el poder en Roma: Cayo Mario y Lucio Cornelio Sila. La guerra civil entre estos dos colosos será sangrienta y acabará por aupar al segundo a la cima del poder. Quinto Sertorio, en ese momento procónsul para Hispania, se niega a reconocer al gobierno instaurado por un hombre al que considera un usurpador de la legítima República. Dará así comienzo uno de los episodios más apasionantes y olvidados de la historia de España, en el que un general proscrito, y habilísimo estratega, logrará, con un puñado de hombres, levantar a los hispanos contra el poder del Senado y ponerlo en jaque durante una década. Uno tras otro los ejércitos de la invicta Roma se estrellarán contra el genio militar del sabino. El talento y la capacidad de hombres de la talla de Pompeyo Magno y Metelo Pío se verán puestos a prueba en una guerra larga y agotadora. De todo ello será testigo Cneo Placidio Mutio.