La vida de la joven Charmain Baker es, esencialmente, respetable. Sus días transcurren con una calma que sólo se ve alterada por las aventuras de los libros de los que apenas saca la nariz. Y entonces, un día, su tía Sempronia le anuncia que ha de ir a cuidar la casa de su tío (un tal William que, por lo visto, es mago) mientras él está fuera.
Charmain, emocionada por hallarse al fin ante su propia aventura, parte de inmediato. Pero cuando llega a la casa, se topa con un laberinto de habitaciones extrañas a las que se accede según unas instrucciones mágicas muy precisas. Hay elfos, jardineros de color azul, comidas que se sirven solas, libros de hechizos para aprender a volar y, en fin, todo lo que puede haber en la casa de un mago. Pero también hay pilas y pilas de platos sucios, encantamientos que salen mal y un joven aprendiz de carácter despistado que afirma venir en busca del mago William.
En resumen, algo para lo que ningún libro la había preparado.
PRECIO 22.00 USD
La magia está en los ojos del que la mira
«Cuando Jocelyn Brandon murió (a una edad muy avanzada, como es lo normal en el caso de los magos), legó su casa a su nieto Andrew».
Andrew siempre ha adorado la casa, en especial sus vidrieras mágicas. Pero ahora, al verse como dueño de ella, se da cuenta de que las cosas no son tan fáciles como pensaba: para empezar, están la guardesa, tiránica y vengativa, y el jardinero, maniático y gruñón (pero que, al menos, tiene una hermosa sobrina llamada Stashe). Además, no hay que olvidar a Aidan Cain, un huérfano de doce años que aparece un día para solicitarle protección de unos seres mágicos (entre otros, Titania, Oberón y Puck) que lo persiguen, ni al señor Brown, un siniestro vecino que trata de invadir la barrera mágica que protege la casa.
Y, sobre todo, está la magia.
De la autora de El castillo ambulante, una novela con ecos de El sueño de una noche de verano.
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En Fantasilandia, los unicornios, las brujas y los vampiros son algo corriente. Uno puede saber si una persona es buena o mala basándose en su color de ojos y en la ropa que viste. Hay universidades invisibles donde estudian los magos, mansiones habitadas por fantasmas y reinos escondidos. Los príncipes suelen ser herederos desaparecidos; los herederos desaparecidos, príncipes o miembros del gremio de ladrones.
Diana Wynne Jones, autora de El castillo ambulante, sitúa en Fantasilandia a todos los personajes y lugares más habituales de los libros de literatura fantástica, donde todo el mundo lleva capas (algunas de invisibilidad), las estrellas predicen el futuro y los anillos tienden a incluir maldiciones.