Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida. Mucho. Casi se puede decir que demasiado. Es un alma libre, o al menos así se definiría ella. Kaethennis solo tuvo una debilidad, un desliz: Jake.
Jake le dio la espalda a Kaethennis, él simplemente huyó, literalmente.
Harry Jefferson vive por la batería, sus manos son sus herramientas de trabajo. Pero una de ellas ha sido lesionada cuando Dexter, su compañero de banda y hermano, juega con sus baquetas y accidentalmente le golpea con estas.
BG.5 está de visita en Liverpool. Los Stuart viven en Liverpool.
Harry ha ido al hospital y Kaethennis… también.
Él la ha ayudado y ella podría ayudarlo a él…
Ahora Harry y Kaethennis no pueden mantener sus manos quietas.
Kaethennis no sabe si la «H» es de Harry o de huir.
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Algo que Doug siempre supo es que la hermana Jefferson era intocable, perfecta y definitivamente no destinada para él. ¿Pero algo que también supo? Que por más que lo intentara no podría huir de ella, no cuando esos ojos azules verdosos y sonrisa angelical estaban destinados a perseguirlo en sueños, duchas e incluso en el escenario, ¿y por qué no decirlo? También lo perseguían mientras escribía una canción.
El problema de Hilary siempre se ha reducido en volver al mismo punto de partida: desear a Doug McQueen. Incluso viéndolo en revistas con todos sus ligues, ella no puede huir de los cosquilleos en su estómago, ni el deseo de tenerlo para sí misma.
¿Qué se hace cuando se desea lo prohibido? Lo tomas y ese es el error que Doug ha creído cometer. Ha tomado su deseo.
¿Dónde radica el error de Doug? En tomar el deseo que lleva por apellido Jefferson, el mismo apellido que sus dos sobreprotectores amigos, compañeros y hermanos de banda poseen.
Se han dejado llevar, las cosas fueron más allá de lo planeado y ahora no saben cómo enfrentarlo.
Una cosa es cierta: Doug no sabe cómo decirle a los hermanos Jefferson que ha dejado algo más que besos en su hermana, que ha dejado algo echando raíces en su cuerpo.
Entonces así es como sucede, así es como Hilary siempre ha sido y parece ser el deseo prohibido de Doug
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Anabell hizo de todo para que Dylan, su relación más larga, llevara a la relación a otro nivel… En la cama. Fueron meses de coqueteos, insinuaciones y profundos escotes.
¿Qué fue lo que hizo Dylan? Engañarla, engañarla con su prima, La Rusa.
El despecho es peligroso. ¿Pero algo más peligroso que eso? Una botella de Vodka. Entonces, con estos dos ingredientes, Anabell decide tomarse una sexy, caliente y reveladora foto destinada a Dylan para así demostrarle que hizo la elección equivocada al decidirse por la chica rusa.
¿El problema? Ella escribió un 0 y no un 8 en el destinatario de la foto.
Jared solo quería dormir la noche que su celular sonó, pero el sueño se fue en el momento en el que vio la linda e inolvidable foto que cierta chica le había enviado. Él no es Dylan y no conoce a ninguna rusa, pero sin duda alguna le gusta lo que ha visto.
Ahora Jared y Anabell viven una doble vida de mensajes picantes. Las fotos no van a detenerse y nadie debe saberlo más que ellos; después de todo, son fotos censuradas. Es de esta manera como ambos descubren no ser lo que buscaban, pero si lo que necesitaban.
Entre divertidas experiencias, amigos alocados, un hermano gay, perversión y muchos recuerdos confusos de una niñez traumática, Anabell y Jared cayéndose atraen el uno al otro. Cuando todo se complica, el pasado emerge y los recuerdos regresan, la pareja deberá demostrar que es capaz de sostenerse y continuar con su alocada y épica relación.