Llegados a un punto, cada uno de nosotros se embarca en un viaje en busca del amor. Conocemos gente, quedamos, nos metemos en una relación o salimos de ella, y todo con la esperanza de encontrar a alguien con quien compartir la vida. Parece algo corriente, lo que siempre se hacía y hacía todo el mundo, pero las cosas eran muy distintas tan solo hace algunas décadas. Los solteros de hoy tienen muchas más oportunidades románticas que en ninguna otra época de la historia humana. Con la tecnología, nuestras habilidades para conocer gente nueva y elegir entre las distintas opciones resultan asombrosas. Entonces, ¿cómo es que hay tanta gente que no lo consigue?
Parte de los problemas que tenemos son únicos de nuestro tiempo. «¿Por qué este tipo que acaba de escribirme quiere quedar ya para tomar una pizza?» «Debería salir con esta chica a pesar de que haya dicho que uno de sus aperitivos favoritos es un Combo? ¡Nada menos que un Combo!» «Mi novia acaba de recibir un mensaje de un tal Nathan. ¿Quién es ese? ¿Acabará de enviarle una foto de su pene? ¿Lo compruebo para estar más seguro?»
Sin embargo, la transformación de nuestra vida romántica no puede explicarse únicamente por la tecnología. En un corto período de tiempo, todo lo que creíamos saber sobre cómo encontrar el amor ha cambiado tremendamente. Tan solo hace algunas décadas, la gente encontraba a su pareja en su barrio, entre sus vecinos. Las familias se conocían y, tras decidir que ambos eran buena gente y que entre ellos no había ningún asesino en serie, se casaban y pronto llegaba el primer hijo, más o menos cuando tenían alrededor de veinticuatro años. Hoy, en cambio, la gente se casa más tarde que nunca y pasan años en busca de la pareja perfecta, de su alma gemela.